Viejo violinista

1950 - Aguafuerte y punta seca 293 X 200

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No sé qué más tengo que hacer para ganarme cuatro duros... El día que me localicen los del circo estaré listo... Les he robado el oso, el tigre y el león, por no mencionar al perro, que éste vino de su cuenta... Y porque no había más animales... Estarán locos buscándolos... ¡Pero amigo...! Mi impulso no respetó siquiera mi amistad de años con la gente de la farándula, que me admitieron entre los suyos sin advertir que terminaría traicionándolos... Ciertamente, les he hecho una faena... Será milagro si no tienen que abatir la carpa, diseminándose por los cuatro puntos cardinales... ¡Como no recurran a la mujer barbuda...! Lo malo es que se fugó con el volatinero: una pasión de esas que hacen época... De lo contrario también me la habría traído conmigo, que siempre he tenido debilidad por los irracionales, y lamento esta pincelada de desdén hacia la hembra, pero soy hombre de la vieja escuela... Por esta calle no pasa nadie... A ver cómo reúno para la comida de estos bichos... ¡Lo que pueden devorar. ..! Entro en la carnicería y me llevó enteros los despojos... El matarife me mira con los ojos como platos... Los animalitos –ya digo que están bien adiestrados, no en vano son profesionales– me aguardan en un solar a la vuelta de la esquina... Y cada noche, al ir a dormir, la misma cantinela... ¡La zozobra de introducir los animales de matute en la pensión...!

Las dueñas tienen un oído finísimo, así sean sordas... Menos mal que éstos están bien adiestrados... ¡Si casi el que más ruido hace soy yo...! Estoy viejo y tropiezo... A duras penas tengo fuerza e ilusión para seguir rascando las tripas de este viejo violín... Me río del volatinero, aquí le quería ver yo... Él, tan ricamente con la mujer barbuda... Pero la responsabilidad de sacar adelante al oso, al tigre y al león, sin olvidar al can, me impide pegar el ojo hasta la madrugada, precisamente cuando tenemos que abandonar la habitación, también de tapadillo, no vaya a descubrirnos la dueña... Y lo malo no sería que nos plantara de patitas en la ca lle, ni siquiera que corriera la voz a otros hostales y no nos admitieran jamás en adelante, teniendo que refugiarnos bajo un puente, sino que una de mis mascotas se enfureciera contra ella... Ya digo que son bien educados, más que las personas... Pero la naturaleza atávica de las bestias puede salir a superficie en cualquier momento... El tigre es el que más me preocupa: de los cuatro, es el más introvertido... El oso y el león son zalameros; y el galgo, un sentimental... Pueden pecar por exceso de cariño, y debo reconocer que a veces empalagan... ¡Pero el tigre...! Ya veo los titulares del periódico: “Propietaria de pensión con rulos, despedazada por tigre de Bengala. Los tricornios eliminan a tiros a la fiera...” No podría soportar su pérdida... Ni los demás... Somos verdadera familia, cuyo bienestar descansa sobre mis frágiles hombros... ¿Hasta cuándo...? Creo que cometí una temeridad al birlarlos de sus jaulas... No digo que conmigo no sean más felices, pero también están más en precario y su futuro se presenta incierto... Pero sigamos dándole a las cuerdas... Todavía puede pasar un munífico que nos lance un puñado de billetes... Cosas más raras acontecen... En este trance querría encontrarme a Paganini... ¡A ver si le valía su pacto con el diablo...!

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